Receta patatas bravas

Si hay una tapa por excelencia en España, con permiso de la tortilla de patatas, esa es la de las patatas bravas. Una tapa que no falta en ningún bar que se precie y que es la protagonista de muchos almuerzos y quedadas entre amigos que marida perfectamente y de igual forma con una cervecita y con un vino.
Confundidas en muchas regiones con las patatas alioli, el secreto de la receta original que forma parte del recetario patrio desde tiempos inmemoriales se divide en tres partes: La elección de la patata, la manera de cocinarla, y la preparación de la auténtica salsa brava, siendo esta última parte la que más miga tiene.
Es por eso que en este post, además de indicar, paso a paso, cómo elaborar unas bravas como dios manda, vamos a poner el acento en la preparación de la salsa brava, dado que, junto al punto del tubérculo, es lo que marca la diferencia de esta tapa ‘Made In Spain’.
Dada la cantidad de recetas que se hacen por España, con sus toques personales y sus distintas cantidades de ingredientes, hemos decidido visitar a varios cocineros de prestigio de la ciudad de Madrid para que nos digan cómo es la receta original y ofrecérosla a vosotros, amantes de las bravas originales.
Toma buena nota de todos los pasos y los ingredientes y ponte manos a la obra para conseguir unas bravas de aúpa con las que conseguir que todos los comensales, mientras rebañan la salsa que ha quedado en el plato, te pidan la receta de esa deliciosa salsa brava. ¡Vamos allá!
Ingredientes
Cómo hacer Patatas bravas receta auténtica fácil
Cogemos las patatas, las sacamos de la malla y nos disponemos a pelarlas y lavarlas. Una vez estén listas, las cortaremos estas en trozos irregulares, con forma triangular y con el tamaño propio de esta elaboración, es decir, ni muy pequeñitas ni tan grandes que cueste metérselas en la boca.
Cuando las tengamos todas cortadas las echaremos en la sartén que tendremos preparada y calentada con aceite de oliva virgen extra a unos noventa grados, dado que, según los expertos consultados, esta es la temperatura ideal para confitarlas, y no freírlas rápidamente, como hacen en muchos bares en los que las despachan sin proferirles la importancia que merecen las bravas.
Una vez confitadas, las reservamos para darles el último toque final, friéndolas en abundante aceite de oliva virgen extra muy caliente.
Calentamos las cuatro cucharadas de aceite a fuego flojo-medio y antes de que salga humo retiramos la sartén. Es ahora cuando, lejos del fuego, le agregaremos los dos pimentones que removeremos hasta que consigamos una pasta densa y homogénea. ¡Mucho cuidado con que no se te queme!
Cuando tengamos esa pasta uniforme le agregaremos la cucharada de harina hasta deshacer cualquier grumo y, poco a poco, iremos agregando el caldo calentado previamente hasta que veamos que vamos teniendo la salsa de color naranja y que ni llega a ser muy líquida ni muy mazacote.
Si vemos que esta se nos ha quedado muy líquida podemos agregar un poco de maicena en un vaso de caldo que le agregaremos a nuestra salsa. Cuando la tengamos rectificamos el punto de sal. Al probarlo tendremos que notar que pica un poco. Si no es así podremos agregar un par de gotas de tabasco para conseguir el punto de las bravas. Si nos gusta mucho el picante nos cortaremos y se lo iremos agregando a las que nos vayamos comiendo, ya que la receta original de las bravas reza simplemente ‘con un punto picante’.
Cuando tengamos la salsa perfecta volveremos a freír las patatas en aceite muy caliente hasta que se doren. Cuando estén doradas las retiraremos y las colocaremos en papel absorbente para que chupe el exceso de aceite de la fritanga y nos queden secas y crujientes.
Ya sólo queda servir en una fuente y echar por encima la salsa brava al gusto de cantidad. Si sobra salsa en el plato recuerda que puedes mojarla hasta dejar el plato limpio. Si la has hecho bien, este último paso no tendrás ni que revisarlo. ¡A disfrutar de las bravas!
Ingredientes
Instrucciones
Cogemos las patatas, las sacamos de la malla y nos disponemos a pelarlas y lavarlas. Una vez estén listas, las cortaremos estas en trozos irregulares, con forma triangular y con el tamaño propio de esta elaboración, es decir, ni muy pequeñitas ni tan grandes que cueste metérselas en la boca.
Cuando las tengamos todas cortadas las echaremos en la sartén que tendremos preparada y calentada con aceite de oliva virgen extra a unos noventa grados, dado que, según los expertos consultados, esta es la temperatura ideal para confitarlas, y no freírlas rápidamente, como hacen en muchos bares en los que las despachan sin proferirles la importancia que merecen las bravas.
Una vez confitadas, las reservamos para darles el último toque final, friéndolas en abundante aceite de oliva virgen extra muy caliente.
Calentamos las cuatro cucharadas de aceite a fuego flojo-medio y antes de que salga humo retiramos la sartén. Es ahora cuando, lejos del fuego, le agregaremos los dos pimentones que removeremos hasta que consigamos una pasta densa y homogénea. ¡Mucho cuidado con que no se te queme!
Cuando tengamos esa pasta uniforme le agregaremos la cucharada de harina hasta deshacer cualquier grumo y, poco a poco, iremos agregando el caldo calentado previamente hasta que veamos que vamos teniendo la salsa de color naranja y que ni llega a ser muy líquida ni muy mazacote.
Si vemos que esta se nos ha quedado muy líquida podemos agregar un poco de maicena en un vaso de caldo que le agregaremos a nuestra salsa. Cuando la tengamos rectificamos el punto de sal. Al probarlo tendremos que notar que pica un poco. Si no es así podremos agregar un par de gotas de tabasco para conseguir el punto de las bravas. Si nos gusta mucho el picante nos cortaremos y se lo iremos agregando a las que nos vayamos comiendo, ya que la receta original de las bravas reza simplemente ‘con un punto picante’.
Cuando tengamos la salsa perfecta volveremos a freír las patatas en aceite muy caliente hasta que se doren. Cuando estén doradas las retiraremos y las colocaremos en papel absorbente para que chupe el exceso de aceite de la fritanga y nos queden secas y crujientes.
Ya sólo queda servir en una fuente y echar por encima la salsa brava al gusto de cantidad. Si sobra salsa en el plato recuerda que puedes mojarla hasta dejar el plato limpio. Si la has hecho bien, este último paso no tendrás ni que revisarlo. ¡A disfrutar de las bravas!