Alimentación consciente: como mejor durante un retiro espiritual

Dicen los que la practican que la alimentación consciente es alimentarse para nutrirse. Una cosa es echarse cosas a la boca por pura gula y otra buscar qué alimentos, en qué cantidad, a qué horas o a qué ritmo la masticamos si queremos que nuestro cuerpo ayude a nuestra mente a encontrar el anhelado equilibrio.

Comer es un arte que nos exige prestar atención a todo el proceso. Desde la compra, buscando olores, sabores y texturas y, como no, también a una alimentación sana, equilibrada y sostenible con el medio ambiente. Si prestamos atención a esto y a cómo nos sienta cada alimento veremos cómo la comida tiene una relación directa con el bienestar físico y espiritual.

Nuestro cuerpo y nuestra mente están conectados y es por eso que todo lo que ingerimos tendrá consecuencias en nuestra mente, por lo que es capital prestar atención a qué comer y ser conscientes de qué es lo que estamos tomando en cada comida. Escuchar a la tierra, a nosotros mismos y buscar la armonía todos estos elementos para lograr el bienestar personal primero y con el planeta después es pues el objetivo de la alimentación consciente.

Comida vegetariana para a la alimentación consciente

Entrando en detalle sobre alimentos concretos, cabe recordar que cada temporada tendrá los suyos, como también las cantidades y ritmos de masticado. En este sentido, más allá de los alimentos estacionales sobre los que asentaremos nuestra alimentación, deberemos saber que en verano las cantidades deben reducirse y el ritmo de masticado relajarse multiplicando cada masticar cuanta más comida tenemos delante.

La mayoría de practicantes de este tipo de alimentación recurren al vegetarianismo y al veganismo haciendo uso de alimentos ecológicos, locales y de temporada con fruta y verdura ecológica, frutos secos activados, y frutas secas y frescas, además de leches vegetales hechas en casa.

Es importante tener en cuenta que hay que comer sólo cuando el cuerpo nos manda señales de hambre. Así pues, el desayuno deberá esperar a ese momento dándole, preferiblemente, una pieza de fruta, una tostada con mermelada y un zumo licuado de fruta de temporada. A media mañana volveremos a acudir a una nueva fruta de temporada y algún zumo casero que podrá ser también de verdura o mixto.

Ya como comida fuerte las ensaladas con arroz o quinoa acompañada de olivas y verdura de la huerta ecológica nos prepararán para una crema leve, unas verduras al horno, un arroz vegano y algo de pan integral hecho en casa. Ya para acabar podemos disfrutar de un postre, siempre y cuando este no posea grasas trans, ni azúcar, ni lactosa, ni gluten, ni se haya cocinado, optando por opciones caseras. Como es mejor quedarse con algo de hambre, tras el plato fuerte podemos dejar este para la merienda.

Ya para la cena podremos mezclar algo de pasta con frutos secos en pequeñas cantidades o una ensalada verde, en este caso sin postre para favorecer la digestión y el sueño. La alimentación consciente como ideal para encontrar el equilibrio entre cuerpo y mente durante un retiro espiritual.

Pero, ¿qué es exactamente la alimentación consciente?

La alimentación consciente, también conocida como «mindful eating» en inglés, es una práctica que involucra prestar plena atención al proceso de comer, desde seleccionar y preparar los alimentos hasta consumirlos y notar sus efectos en el cuerpo. Se basa en la filosofía de la atención plena o «mindfulness», que es una forma de meditación que nos anima a estar plenamente presentes y conscientes de lo que estamos haciendo y de nuestro entorno, sin juzgar y sin dejarnos llevar por reacciones automáticas.

Brocoli en la alimentación consciente

La alimentación consciente implica:

  1. Estar Presente: Focalizar la atención en el momento presente mientras se come, evitando distracciones como ver televisión, usar el teléfono móvil o leer.
  2. Apreciar la Comida: Observar la apariencia, el olor, la textura y el sabor de los alimentos. Esto puede ayudar a disfrutar más de la comida y a sentirse satisfecho con porciones más pequeñas.
  3. Reconocer las Señales del Cuerpo: Escuchar al cuerpo y reconocer las señales de hambre y saciedad. Esto puede ayudar a evitar comer por razones emocionales y a identificar cuándo se ha comido lo suficiente.
  4. Comer Lentamente: Tomarse el tiempo para masticar cada bocado y saborear la comida puede ayudar a mejorar la digestión y a reconocer más rápidamente la sensación de saciedad.
  5. Sin Juicios: En lugar de etiquetar ciertos alimentos como «buenos» o «malos», se trata de observar cómo afectan al cuerpo y al bienestar sin autocriticarse.
  6. Reconocimiento de las Reacciones Emocionales: Identificar y reconocer si hay emociones o situaciones que llevan a comer de forma impulsiva o compulsiva y tratar de abordar esas emociones de maneras que no involucren la comida.
  7. Conexión con la Fuente de los Alimentos: Ser consciente de dónde provienen los alimentos y cómo fueron producidos. Esto puede llevar a una mayor apreciación y a decisiones más éticas y sostenibles sobre lo que se consume.

La alimentación consciente puede tener varios beneficios, como mejorar la relación con la comida, reducir los episodios de ingesta compulsiva, mejorar la digestión, aumentar el disfrute de los alimentos y ayudar en la pérdida de peso. Además, puede ser una herramienta útil para las personas que buscan recuperarse de trastornos de la alimentación. Es una práctica que se puede aprender y profundizar con el tiempo y la práctica regular.

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